“Doctor, me duele acá”, frase de cabecera de los pacientes, es el puntapié inicial de las visitas al médico. La mayoría de las veces el dedo señala la espalda, en algún punto de su extensión, revelaron en el 15° Congreso Mundial sobre el Dolor que reúne en Buenos Aires a 6.000 científicos, profesionales de la salud y responsables de políticas sanitarias de diversos países.
“El dolor es la causa número uno de consulta. Los pacientes van al médico porque les duele algo”, afirma en diálogo con Clarín Fernando Cerveró, presidente de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), con sede en Washington. Las estadísticas indican que el 30% de la población mundial padece dolencias crónicas -que se prolongan entre tres y seis meses- y el 80% sufren molestias agudas. Y, entre ellos, ocho de cada diez sufren en algún momento de sus vidas (o en varios) dolor de espalda: causa número uno de invalidez y de pérdidas de días laborales.
“Puede doler a toda edad y siempre hay alguien a quién consultar. Los traumatólogos muchas veces derivan a especialistas en dolor”, sostiene la anestesióloga Noemí Rosenfeld, responsable de la Unidad de Dolor del hospital Piñero. La escoliosis en los chicos, las contracturas y lumbalgias en los jóvenes, y las hernias de disco y la artrosis en la adultez son sólo algunas de las patologías que integran el variado menú de causas que a lo largo de la vida pueden resentir el eje corporal generando todo tipo de molestias, desde leves a severas.
¿La razón? “Aunque parezca mentira, es debido a la evolución del ser humano. Antes caminábamos en cuatro patas y las cargas que tenía que soportar el cuerpo estaban repartidas de manera diferente. A medida que nos fuimos poniendo erguidos y liberamos las manos, la fuerza de gravedad empezó a pasar en forma vertical por la columna. Creo que todavía no se logró la adaptación necesaria o, si se adaptó, todavía estamos sufriendo las consecuencias”, explica el neurocirujano Cristian Fuster, director médico del Hospital Universitario Fundación Favaloro. “A partir de los 20-25 años todos empezamos a tener algún conflicto con la espalda”, afirma quien fue uno de los primeros en implementar la cirugía endoscópica mini-invasiva para la columna vertebral.
Mantener el peso corporal adecuado, hacer actividad física, conservar una buena postura, cargar peso en forma correcta y trabajar en una buena elongación de todos los músculos (básicamente isquiotibiales y los del tronco) son las recomendaciones para prevenir problemas en la espalda. Pero el ejercicio mal hecho (recargando la zona lumbar o las cervicales, por ejemplo) puede traer complicaciones: “La gimnasia en masa a veces tiene beneficios, pero no siempre repercute en una mejora en la salud o la calidad física porque no todos somos iguales”, aporta Fuster. En la consulta, el profesional evalúa cuál es el ejercicio más beneficioso para el paciente (natación, pilates, stretching, entre otros).
Cristian Fuster, director médico del Hospital Universitario Fundación Favaloro: “A partir de los 20-25 años todos empezamos a tener algún conflicto con la espalda”.
En los procesos agudos de dolor, que se prolongan por tres o cuatro días (lumbalgias, contracturas), la automedicación es lo más habitual. La molestia aparece y se recurre al antiinflamatorio o analgésico que se tenga a mano. “Pero en los casos de las personas que todos los días se levantan con dolor, hay que buscar la causa. Muchas veces no se la encuentra, porque puede ser simplemente por la forma de la espalda. El dolor crónico no siempre se puede curar, pero se puede bajar la incidencia, la frecuencia y la intensidad”, precisó Fuster.
Al respecto, dice Rosenfeld: “Hay que personalizar el tratamiento del dolor. El médico debe preguntar y el paciente debe contar”. La Unidad de Dolor que dirige en el hospital Piñero recibe pacientes derivados de otros centros de salud porque es la única que realiza intervencionismo en el área de salud pública porteña. Esa metodología se aplica en pacientes que consultan por cualquier tipo de dolor y “que requieren no sólo tratamiento por vía oral, si no también bloqueos, infiltración o catéteres implantables que son elementos que alivian con más inmediatez que los fármacos que se toman por boca”, explicó.
Un relevamiento realizado en 2010 y actualizado este año en la unidad que tiene a cargo reveló que siete de cada diez que consultan por algún dolor son mujeres (“el hombre es más temeroso y sólo acude cuando tiene un diagnóstico certero). El estudio que tomó como base a 1.200 pacientes arrojó que el 56% busca tratamiento por alguna molestia crónica, mientras que el resto corresponde a pacientes con dolor asociado a un cuadro oncológico.
Las estadísticas indican que el 30% de la población mundial padece dolencias crónicas -que se prolongan entre tres y seis meses- y el 80% sufren molestias agudas.
“Siempre se puede tratar el dolor. Eso no significa que a todos los pacientes se le va a borrar, pero sí se les va a aliviar”, aseguró la anestesióloga. “Cuando un paciente entra a la consulta y dice ‘tengo dolor, pero me aguanto porque soy fuerte’ es un error. Al paciente hay que medicarlo y tratarlo desde que empieza el dolor leve porque cuando se hace severo es más difícil”.
El Congreso Mundial Sobre el Dolor arrancó ayer y culmina el sábado. Se realiza en La Rural y es la primera vez que se hace en un país latinoamericano.
Entre las novedades que se presentan están “la aplicación de las técnicas de imágenes cerebrales para tratar de medir objetivamente el dolor (aún en fase experimental) y el desarrollo de estudios para tratar de identificar de qué modo el perfil genético de un paciente influencia su percepción del dolor”, señaló Cerveró, quien consideró que “hay que concientizar a la clase médica de que el dolor no es un síntoma, es una enfermedad en sí misma, y hay que tratarlo de una manera multidisciplinaria, no sólo con medicinas y fármacos, si no a veces también con tratamientos complementarios como fisioterapia, psicología y tratamientos intervencionistas”.
Fuente: Clarín